sábado, 10 de abril de 2010

vampirismo exacerbado

Para el ministro de Economía, Amado Boudou, el problema inflacionario no es producido por el INDEC ni por el gobierno. Según éste, "al aumentar los ingresos de la población, producimos más bienes y servicios. Entonces algunos sectores buscan apropiarse de estos mayores ingresos vía aumentos de precios" (Crítica 7/4). Sin embargo, el mismo fragmento citado sobre el funcionario nacional encubre una diferencia que el concepto "bienes y servicios" aquí ahoga en un absolutismo que no esclarece la situación real. Es decir, la inflación no sólo se genera a partir del aumento de precios proporcionado a partir de los capitalistas y la complicidad del gobierno que los apaña en dicha medida, sino también a partir de un desfasaje entre una oferta que no puede acudir a la necesidad de una demanda creciente. El carácter necrológico de esta celeridad confiscatoria de humanidad, justamente se soporta desde una demanda no satisfecha, la cual, en estos términos remite a la de bienes y servicios esencialesEstos son los cuales cualquier economía no puede prescindir para no quedar paralizada. El crecimiento de bienes y servicios a los que se refiere Boudou son los denominados accesorios. Es deciraquellos que no se fundan directamente en la producción real de valor. Según el Instituto para el Desarrollo Social Argentino en 2009, "la demanda por bienes y servicios -es decir, el consumo privado, el consumo público, las inversiones y las exportaciones- medida en términos nominales, es decir a los precios de cada año, es un 310% superior al nivel del año 2000, mientras que la oferta agregada -es decir, la producción total interna más las importaciones- medida en términos reales, es decir, la cantidad efectiva de bienes y servicios disponibles, es apenas un 36% superior a la que había en el año 2000." (EmpresasNews.com 6/4).

A su vez
, entre el 2000 y el 2009, el componente más dinámico fueron las exportaciones (660%), asociado a los precios internacionales originalmente favorables y al impulso que dio la megadevaluación de 2002. A esto le siguen las inversiones (410%), que partieron de horizontes muy bajos, y el consumo público (340%). Mucho más rezagado aparece el consumo de las familias (235%).
Lo que queda claro con los datos de este informe, es que: por un lado,
existe una diferencia entre demanda y oferta interna que, en relación al 2000, supone un 274% debido al destino externo que se le adjudica a la producción nacional, y por otro lado, se evidencia la falta de programa alguno que sitúe un plan de producción agrario e industrial que satisfaga las necesidades de la sociedad en su conjunto. Como puede apreciarse, el consumo público supera en un 105% al de las familias, lo cual da cuenta de el gran proceso de profundización llevado a cabo sobre la estructura  organizativa pública, como también de control, logística, asesoramiento, actividades políticas, y otras actividades más que producen, en su financiación monetaria, la esterilización de la misma. Así también, puede destacarse el nivel decreciente del consumo de las familias en los últimos años, debido a la precarización de su salario, la cual la llevaría a ser demandante únicamente de bienes y servicios esenciales, donde en otro cuadro de medición que distinga las ofertas y las demandas, alcanzaría porcentajes mayores a los aquí presentados. De todas formas, revelando el bajo porcentaje de producción destinado al mercado interno, se puede concluir en que el "ajuste" de la inflación, a partir de la fragilidad salarial, conllevaría a recortar la demanda de bienes y servicios para amoldarla a la oferta presentada, siendo los hogares de bajos recursos los que más la sufrirían


Esto desvela el destino del superávit fiscal. De seguro que su derrotero no es profundizar sobre un cambio socio-económico que conlleve a reindustrializar el país. La imagen del nuevo canje de deuda ilustra más que mis palabras. Como se hizo costumbre, ante cualquier crisis, el que la paga es el pobre.

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